martes, 31 de mayo de 2011

Regalo

La tarde que dediqué a buscar tu regalo
estuvo plagada de distracciones y olvidos.
Pasé por un bazar, al que cuando quise volver, no encontré.
“Sus galletitas favoritas” me repetía una y otra vez,
mientras quiosqueros me negaban sabores y marcas.

Me puse contento cuando vi que una maná de limón,
unas maná rellenas y unas porteñitas
entraban perfectamente en la caja con moño
que te compré sin esperar nada.

Al día siguiente dejé mi prueba de admiración en tu escritorio,
esperando tu llegada, viendo si caías en la red.
“¿Son todas para mí?” me preguntaste sorprendida.
“Sí, como todos mis besos” te respondí sin decirte nada.

martes, 24 de mayo de 2011

Sueño

Te veía dormir y el mundo
me parecía un lugar más tranquilo.
El sol asomaba en Devoto
y la avenida San Martín
te acunaba en tus sueños.
Lentamente despertabas,
intentando sacarte
el cansancio de tu rutina.

Nunca voy a saber tu nombre,
tus secretos, ni tu postre favorito.
No vas a ser quien me acompañe
a comprar viejos discos.
Solamente te veré en las mañanas
que el destino quiera que otra vez
nos tomemos el mismo colectivo.

martes, 17 de mayo de 2011

Ausente

Cuando pensé que por fin
en tus ojos encontraría lo perdido,
desapareciste en medio del silencio
y contestadores telefónicos.

Prometiste besos y caricias
en un próximo encuentro,
no sabía que me mentías.

Pero fuiste el ángel que me protegió
cuando la incertidumbre pasó cerca de nuevo.
Mis días avanzan aburridos y rutinarios,
y yo sigo preguntándome dónde te encontraré.

martes, 10 de mayo de 2011

Revolución

Justo en el instante en que te mufás,
rezongás, tipeás con fuerza,
golpeás el escritorio, revoleás los ojos
y te lleva el demonio, pasa caminando
lentamente toda tu belleza.

Y ahí seguís, peleándote con el mundo,
buscando la revolución, con ganas de matar a todos.
Yo te miro, trato de no equivocarme demasiado,
espero que se haga la hora,
agarro mis cosas y me voy.

martes, 3 de mayo de 2011

Flores

Bailabas con la perfección
de quien practica cada paso delicadamente.
Mientras el vino de la mesa era cada vez más rico,
bailabas y en tu desparpajo veía el cielo.

Me acerqué sin dudarlo,
sólo para decirte mi nombre.
Vi como te reías de mis ocurrencias,
y en tu sonrisa me encontraba volando
cuando me tuve que ir.
No quería problemas con la ley.