-¿Qué hacés? ¿Pasó algo? -dije tirado en la cama.
-No me llamó. Salimos el lunes y no llamó, ni un mensajito, ni nada.
-¿Qué día es hoy?
-Miércoles.
-Esperá.
-¿Esa mierda tenés para decirme?
-¿A mí me preguntás sobre mujeres?
-No sé si llamarla yo, si hacerme el que no pasa nada, que está todo bien.
-Llamala entonces.
-Me parece que da muy desesperado.
-Entonces no la llamés -soy bastante panqueque dando consejos.
-Pero va a pensar que no me interesa.
-¿Y vos qué querés hacer?
-No sé...
Nos quedamos en silencio. El señor D angustiado en su indecisión, yo mirando el techo. En medio de una reflexión paralela, él viendo qué hacía, yo pensando qué podía comer, me dijo una de las mejores frases que escuché en mi vida:
-“El barco del galán no flota en el mar del amor”.
Y tiene razón.