miércoles, 26 de septiembre de 2012

En los genes

Esperó el momento en que no estuvieran tan ocupados para acercarse a ellos. Les pidió que lo acompañaran a un costado de la fiesta, que quería decirles algo. Durante la semana estuvo pensando qué regalarles, pero nunca supo bien qué. Es por eso que abrió la funda, sacó su charango, y comenzó a tocarles una canción, una canción de amor. Cuando terminó los felicitó por su reciente casamiento, por el bebé que venía en camino y decidió darles lo que más quería: el instrumento que siempre lo acompañó.

A mi abuelo no lo conocí. Al poco tiempo de nacer él ya no estaba. Me contaron que era muy alegre, demasiado simpático y un poco galán. Cuando fui creciendo lamenté su ausencia, porque estoy seguro que con él hubiese aprendido a cantar y tocar la guitarra mucho antes. Pero como las inquietudes te quedan dando vueltas pude aprender de todos modos.

Por todas esas cosas que heredé de él es que mañana subiré al escenario a cantar, como un viejo cantor, a cantarle a él, que aunque no lo conocí, siempre lo recuerdo.

(El charango está en el living de la casa de mis viejos, esperando que algún día alguien se anime a tocarlo de nuevo, sé que no falta mucho para que eso suceda).

jueves, 20 de septiembre de 2012

No fuiste vos

No fue tu sonrisa, ni tu cabello. No fueron tus ojos, ni tu escote.
No fue ninguna de esas cosas lo que me llamó la atención de vos.

Fueron tus manos y la manera de utilizarlas lo que me cautivó.
La forma de crear dibujos en el aire, de ilustrar cada aventura.
Sus ganas de contarme todo lo que aquel día te pasó.

Las mismas manos que tomaron la taza de café,
un minuto antes de besarnos, el segundo justo
en que las incertidumbres finalizaron.

martes, 11 de septiembre de 2012

No te voy a conocer

No te voy a conocer en el campo de un recital de rock. No me vas a pedir que te suba a mis hombros de onda, ni nos vamos a cruzar en las oleadas que se producen por el amontonamiento. Hace rato que prefiero los bares chicos, una reserva cerca del escenario y una mesera a mano para pedirle una cerveza y algo de comer mientras escucho cómo cantan.

No te voy a conocer cuando se te rompa el auto. No entiendo nada de mecánica. Radiador, filtro de distribución y bujía son parte de una nebulosa de significados que hacen que mágicamente un coche se mueva. No tengo idea de cómo se cambia un neumático, dónde colocar el cricket, y si supiera, no tengo fuerza en los brazos para desajustar nada.

No te voy a conocer en la pileta de tu club. El agua, en invierno o verano, para mí siempre está fría. Apenas se meter la cabeza bajo el agua y después de dos semanas en Brasil aprendí a hacer el muertito a duras penas. Dicen que, si te movés poco y bien, podés flotar, eso nunca me pasa, cada vez que fui para la parte profunda me terminé ahogando.

(Lo bueno de conocerse tanto es reconocer fácilmente las limitaciones).

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Soy el que...

Soy el que siempre hace cuernitos de rock en el cine cuando aparece Pochoclín.
Soy el que te da un sinónimo cuando no encontrás la palabra para seguir hablando.
Soy el primero que se emborracha en una fiesta. El que habla sin parar hasta marearte.
Soy el que se quedó callado cuando llegaste. El que dejaste plantado en una esquina.

Pero también soy el que atraviesa ventanales para encontrarte. 
El que te dejó los ojos pegados a tu espalda cuando te vio pasar. 
El que se queda pensando en vos durante toda la semana.
El que se va corriendo cuando ve que la cosa se va poniendo seria. 

Soy el que cuando hoy se acueste va a tener 32,
pero que cuando se levante va a comenzar los 33. 
Todos los días, el mismo manojo de contradicciones.