miércoles, 26 de junio de 2013

Referencias amigas

Dijo el señor H:
“A las suegras agrada, sólo necesita una milanesa y un flan con dulce de leche”.

Sospecha el señor D:
“Un chico sensible y sencillo al que una mujer puede hacer feliz sin demasiado esfuerzo”.

Sostiene el señor N2:
“Toda mujer lo desearía porque es auténtico (decadente). Llora cuando ve un bebé, atardecer o cachorro.

Postula el señor D2:
“Un tipo que, estando soltero o en pareja, siempre sigue siendo la misma persona. Él no lo cree, pero para mí tiene toda la onda”.  

Resume el señor C:
“Tiene laburo. Estudió. No se droga. No tiene una vida complicada en general. Posee una faceta artística y se sabe reír de sí mismo”.  

Exagera el señor R:
“Puede hacer sentir a una mujer como lo que realmente es y no como un objeto, agasajarla como nadie lo había hecho y despertar en ella sus sentimientos más puros.

Reflexiona el señor B:
“Subvalorado en cuanto a su compatibilidad de gustos con la mayoría de las mujeres. Si yo fuera mujer creo que apreciaría tener un compañero con quien poder ir a ver comedias musicales, ropa, hablar de músicos que no sean de rock únicamente”.


No sé, yo que vos lo pienso, fijate, cualquier cosa me decís.


(Nota: Encuesta realizada los días 24, 25 y 26 de junio).

miércoles, 19 de junio de 2013

Un rato (antes)

Llegué a Chacarita y me di cuenta que no llegaba a horario ni a palos. Salí a la vereda, poca gente en la parada, cero registro de algún colectivo. Paré un taxi. Metí el bolso, la mochila con la compu y la guitarra. Curioso, el tachero me preguntó si era músico. Me sonrojé. “No, no, hago lo que puedo, menos de lo que quisiera” respondí. Mientras iba mirando por la ventana apoyé la cara sobre mi mano y me di cuenta que la barba era demasiada. “No puedo ir así” pensé.

Saludé, bajé, abrí, entré, subí, salí, volví a entrar. Dejé toda la procesión de cosas que me acompañan cuando visito a mis viejos. “Pasame bien la dirección, estoy saliendo” escribí, mentí. Me afeité, me bañé, me cambié, volví a salir.

Tuve suerte, el colectivo se veía a lo lejos. “Ok, estoy llegando”  agradecí, volví a mentir. Pagué, me senté y comencé a pensar que vivo haciendo cosas, corriendo, llegando tarde, ocupando el tiempo, viendo qué más me puede llegar a interesar, que era de noche, que estaba fresco y que iba a un cumpleaños donde no conocía a nadie. A veces me canso, y agotado no le encuentro sentido a todo esto, tal vez sería mejor parar. Pero después me digo que entre tanto entrar y salir, subir y bajar, abrir y cerrar, algún día, tal vez, por error u omisión, nos encontremos.

El señor N abrió la puerta. “Perdón por la demora” dije. Nos estrechamos en un cálido abrazo. Se acercó el señor C. Repetimos el proceso. Estabas sentada en un sillón blanco, con una copa de vino en tu mano y dos amigas a cada lado. Todavía no sabía todo lo que iba a pasar, todo lo que iba a empezar a cambiar.

viernes, 14 de junio de 2013

Mala mía

A grandes rasgos se podía decir que éramos una pareja. Nos veíamos con frecuencia y constancia. Salíamos todos los fines de semana. Charlábamos animadamente en el mostrador de Güerrín. Te acompañaba a mirar libros, a buscar el último producto que compraste por mercado libre. Te veía llorar en el cine, reírte en el subte y gritar en el recital. Cocinabas rico, mientras yo, torpemente, te ayudaba. Y además (este detalle no es menor) llegaste a conocer a varios de mis amigos. Debo decirlo: la pasábamos muy bien.

Pero andábamos flojitos de papeles. En la incertidumbre de la no declaración, sin tener las cosas claras, delimitadas, formalizadas. Sin la certeza que brindan algunas palabras. Fue mi culpa, tal vez los miedos, algunos fantasmas extra large.

Cuando quise volver ya era tarde. Me dijiste que no, que ya se había ido el tren, que habías esperado demasiado, que así estabas bien.

Me quedé callado, tenías razón.

jueves, 6 de junio de 2013

Pequeña obsesión

1) En la oficina todo tiene un lugar designado. El celular, el pendrive y la credencial van debajo del monitor. A la izquierda coloco la funda de los anteojos, un par de fibrones y la birome con la que corrijo todo el día. A la derecha voy amontonando la cantidad de papeles que me van llegando y que voy sacando a medida que reviso.

2) Conozco varias de las puertas del subte que dan directamente a las escaleras mecánicas. Estación Pellegrini (sentido Alem): 1ra puerta del primer vagón. Estación Callao (sentido Alem): 3ra puerta del tercer vagón. Estación Olleros (sentido Congreso de Tucumán): 1ra puerta del primer vagón. Estación Los Incas (cabecera): 2da puerta del tercer vagón.

3) La música en mi computadora está organizada por carpetas que representan cada disco y respetan el orden de los temas, categorizados por el género y el año de edición. Tienen, además, un toque de color: cada carpeta contiene la tapa del disco para ilustrarlo en la previsualización.

4) Cuando salgo de mi casa cuento lo que llevo encima. Es fácil, siempre son cuatro cosas: billetera, llave, celular, mp4. Cuando la salida es nocturna y bebedora se agrega un elemento más: cigarrillos. Pero se da de baja un accesorio innecesario: el mp4. En conclusión, siempre tengo cuatro cosas distribuidas en los diferentes bolsillos de mi ropa.


Desde que tengo memoria trato de ser ordenado, práctico y ganar tiempo en todo lo que hago. Para llegar rápido, para no olvidarme nada, para no tener que volver, para no demorarme en situaciones que prefiero evitar.

Sí, ya sé, soy muy histérico y observador. Pero imaginate con el nivel de detalle que puedo cuidar tu amor.