miércoles, 31 de octubre de 2012

Pasos marcados

Tus ojos en los míos. En el piso de madera nuestros zapatos juntos. Tomo tu espalda, agarro tu mano y abro con el pie hacia la izquierda. Con simulada autoridad te marco el camino, manejo tu destino por tres minutos. Mi pie derecho toca el pie izquierdo y avanza dos pasos. Busco oxidadas melancolías para verme triste, serio y concentrado. 

Pausa. Espero.
Miro alrededor. 
Veo parejas moverse torpemente, igual que nosotros.

Siento tu respiración sobre mi pecho. Mi pie derecho avanza una vez más y el izquierdo lo sigue. Soy el encargado de cuidarte de choques y golpes. Mi pie izquierdo toca el pie derecho y volvemos hacia el centro. Nuestros zapatos juntos en el piso de madera. Nos miramos con nostalgia de arrabal, mientras escuchamos terminar el último tango.

martes, 23 de octubre de 2012

Teoría de la inflación

Sucede más o menos así: cuando apenas lo ves entrar te gusta de inmediato, tiene algo que no podés poner en palabras pero que te atrae de manera alocada. Ideal para llevarlo a comer el domingo a lo de tus viejos, para ser la envidia de tus amigas. Sin cruzar palabra alguna, lo imaginás como una persona interesante, de profunda sabiduría, de silencios reflexivos, de extinguido romanticismo.

Lo empezás a inflar.

O tal vez, al revés: un amigo te cuenta de una chica que está soltera hace un tiempo. Te dice que estudia, trabaja y vive sola. Que tiene la ductilidad para ir a un desfile de moda y, a la vez, clavarse unos panchos en Coquito sin ningún problema. Además, comparten gustos musicales. Piensa tu amigo que podría llegar a andar. Sin conocerla, la idea te entusiasma bastante, es la chica que estabas buscando.

La empezás a inflar.

A veces los encuentros llegan a buen puerto, a veces quedan en nada, a veces no pasan de una primera cita. Quién sabe. 

Esta situación en psicología se llama proyección*. Yo prefiero cambiar la palabra y explicarlo distinto.  


(*La utilización del concepto es tomado de la Gestalt. Si me estoy equivocando feo, me avisan y reescribo el final).

jueves, 18 de octubre de 2012

Efectos colaterales

Con la excusa de conocerte me anoté en cada curso, clase, seminario o cine debate que me despertara un mínimo interés. La idea inicial era simple: conseguir algún número de teléfono, alguna salida auspiciosa.

A medida que pasaron los meses aprendí a tocar mejor la guitarra, a ganar elasticidad y coordinación con el cuerpo, a cantar cada vez con mayor registro vocal, a convertirme en un asiduo lector, a escribir un poco mejor, a corregir algunos acentos que antes se me escapaban, a entender el intrincado cine de Fellini.

El plan no arrojó resultados alentadores: no te vi por ningún lado.

Pero mientras más pasa el tiempo es probable que te encuentres con la versión más lograda de este pibe despeinado y pachorriento que siempre fui.

martes, 9 de octubre de 2012

Confesiones inconfesables

Me gusta mucho el arreglo inicial del tema El alma al aire de Alejandro Sanz. El coro que se mezcla con la voz de él en la segunda estrofa está bueno dije, y me quedé en silencio. Vos me miraste sorprendida, con el rostro un poco torcido por la incredulidad.

También podría haberte dicho que el tema número 4 del disco Aries de Luis Miguel está muy bien y que ese, seguramente, sea su disco de estudio más logrado. O que una de los mejores canciones de Ricky Martin se llama “Gracias por pensar en mí del álbum Vuelve del año 1998. Pero preferí callar, tampoco es cuestión de andar brindando tanta información confidencial de buenas a primeras.

¡Ojo! Hubo tiempos en que escuchaba a Viejas locas, La renga y Los piojos. Tomaba cerveza en la esquina con los muchachos e íbamos a Obras. Pero del rock, tarde o temprano, te tenés que ir, no te podés quedar mucho tiempo, y más cuando aparecen bandas como El bordo o Jovenes pordioseros, en esos casos creo que el rock te está firmando el pase de salida obligatorio.

Lo que no sé bien es por qué terminé escuchando tanta música destinada a chicas. Lo que si te puedo decir, en mi defensa, es que si te sacás un poco los prejuicios te podés llegar a dar cuenta que, en la mayoría de los casos, suele ser música bien hecha.

O tal vez es más simple: me gusta esa música para poder decirte lo que te dije, para que me mires cómo me miraste, y yo pueda empezar a preguntarte algunas cosas, y vos te sientas en confianza para poder contarme otras.

martes, 2 de octubre de 2012

Batallas dialécticas

En medio de la reunión argumentaba, justificaba, criticaba, discutía. Explicaba mi nuevo favoritismo por el que antes tildada como “el muerto” de Messi. Me engranaba en defensa de las políticas de inclusión social. Intentaba negar de mil maneras diferentes las frases que no dije en anécdotas totalmente cristalizadas.

Defendía con uñas y dientes cada uno de mis argumentos, pero la verdad es que, muy en el fondo, no me importaba tener razón.

Yo sólo trataba, mientras vos tomabas vino y te reías con tus amigas, de ver si con mi retórica lograba robarte una sonrisa, incautarte una mirada, un poco de atención, la luz que genere una esperanza.