miércoles, 24 de abril de 2013

Silogismos problemáticos

Tengo dos problemas. Paso a exponerlos:

Si me gustás (A), hablo mucho (B).
Si hablo mucho (B), no te gusto (C).
Luego, si me gustás (A), no te gusto (C).

Si no me gustás (A), hablo poco (B).
Si hablo poco (B), te gusto (C).
Luego, si no me gustás (A), te gusto (C).

Pensé, consulté, busqué, investigué, pregunté y escribí mails. Desde el viento del Sur me llegó una posible respuesta:

Si te gusta (A), habla poco (B).
Si hablás poco (B), le gustas (C).
Luego, si te gusta (A), le gustas (C).

Pero esto es claramente una falacia. Yo nunca podría hablar poco si realmente me gustás. Algo, después de tanto tiempo, me conozco.


(Nota: Los enunciados Si hablo poco (B), te gusto (C) y si no me gustás (A), te gusto (C), como así también todos sus derivados, son completamente falsos. No hay pruebas que permitan afirmar lo contrario). 

viernes, 19 de abril de 2013

Sólo un segundo

En un segundo, el primer segundo, están todos los miles de caminos posibles.
La infinita cantidad de variables imaginables.
La elección de una de todas las combinaciones disponibles.


Se suponía que tenía que ser fácil. Ya habíamos charlado un par de veces por canales de comunicación indirecta (twitter, facebook, celular). Tenía registros fotográficos que daban cuenta de tu fisonomía, certeza de compatibilidad ideológica y cercanía de gustos musicales.

Te vi aparecer entre la gente. Chiquita, tímida, linda, coleccionable. Te saludé. Me saludaste.

Fue ahí, justo en ese momento, cuando me di cuenta que todo mi futuro estaba listo para ser escrito, para corregir el destino, para levantar las estadísticas, para simular las imperfecciones, para potenciar las virtudes. Un atisbo de genialidad. El comentario certero. La frase justa. Una presentación sin fisuras.

Pero la verdad, siendo sincero, son demasiadas cosas para hacer en un segundo. Entonces hice lo que hago siempre: me desboqué como un caballo, y como un perro de departamento que gana la calle te tapé de palabras, puntos de vista y conclusiones.

martes, 9 de abril de 2013

Muchachos observadores

Se comenta en la barriada que hace tiempo estás sola. Los muchachos del arrabal te ven pasar todas las tardes con tu perro camino a la plaza. Dicen que sos simpática, atenta y agradable. Es lo que deducen cuando te ven bajar a comprar cigarrillos, caramelos sugus y charlar animadamente con el kiosquero. Es por eso que no entienden. Piensan, opinan, debaten, pelean, buscan argumentos para intentar comprender tan tremenda incoherencia sentimental.

Se comenta también que saliste con muchos giles, hombres de pocos valores, dudosas convicciones. Mentirosos profesionales. Olvidadizos de segundas salidas. Aprendices de galanes. Engañadores sin disimulo. Estafadores de tiempo completo. Ilusionistas de promesas fáciles. Chamuyeros de cuarta categoría.

Seguramente todo ese legado pese en mí en el momento de invitarte a tomar algo. Tal vez puedo ser uno más de tu lista de chicos olvidables. Pero quién sabe, quien te dice que por ahí no.

jueves, 4 de abril de 2013

Silencios convencionales

“Te amo” fue lo que pensé a los 35 minutos de nuestra primera salida. Pero no te dije nada, decidí respetar las convenciones. Nos despedimos en la puerta de tu casa y quedamos en volver a vernos a la semana siguiente.

Durante casi un mes empezamos a ir juntos a casi todos lados. Los mensajes de textos perdieron la alegría y sorpresa inicial para comenzar a formar parte de mis actividades diarias. Sabía que al terminar de entrenar un mensaje tuyo me esperaba en el bolso. Que tendría un mail alrededor de las 9:30hs. golpeando las puertas de mi bandeja de entrada. Que algún comentario tuyo se colaría cuando me juntaba a comer con mis amigos. Que los miércoles te preguntaría qué planes había para el finde.

“Te amo” fue lo que te dije dos meses después, cuando volvíamos del teatro. Pero te mentí. Era algo que siempre supe desde el principio.