que nos encontraríamos,
por eso no me sorprendí
cuando te vi desparramando
belleza en la parada.
Te saludé y mantuve la seriedad
de todas las veces que nos vimos.
Pero no hubo tiempo para discursos,
para preguntas inquietantes,
para investigar tu alma.
Sólo tuve mucho tiempo
para maldecir la frecuencia
del 12 mientras veía
como te ibas a trabajar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario