martes, 29 de noviembre de 2011

Tarde

Entré a casa con dos miradas
tuyas bastantes prolongadas,
con el sabor de tus manos
perdurando entre mis dedos.
Con la certeza de que tal vez
podíamos ser las personas
más felices del mundo.


A pesar de ser tan tarde
no podía dormir, el sueño
no aparecía por ningún lado.


Te imaginaba en los lugares más lindos,
con tu sonrisa más grande, más plena.
“Mañana volveré a llegar tarde al trabajo”

pensé cuando la alegría me dejó cerrar los ojos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario