miércoles, 26 de septiembre de 2012

En los genes

Esperó el momento en que no estuvieran tan ocupados para acercarse a ellos. Les pidió que lo acompañaran a un costado de la fiesta, que quería decirles algo. Durante la semana estuvo pensando qué regalarles, pero nunca supo bien qué. Es por eso que abrió la funda, sacó su charango, y comenzó a tocarles una canción, una canción de amor. Cuando terminó los felicitó por su reciente casamiento, por el bebé que venía en camino y decidió darles lo que más quería: el instrumento que siempre lo acompañó.

A mi abuelo no lo conocí. Al poco tiempo de nacer él ya no estaba. Me contaron que era muy alegre, demasiado simpático y un poco galán. Cuando fui creciendo lamenté su ausencia, porque estoy seguro que con él hubiese aprendido a cantar y tocar la guitarra mucho antes. Pero como las inquietudes te quedan dando vueltas pude aprender de todos modos.

Por todas esas cosas que heredé de él es que mañana subiré al escenario a cantar, como un viejo cantor, a cantarle a él, que aunque no lo conocí, siempre lo recuerdo.

(El charango está en el living de la casa de mis viejos, esperando que algún día alguien se anime a tocarlo de nuevo, sé que no falta mucho para que eso suceda).

2 comentarios:

  1. ¿De verdad? Qué alegría!Mierda, mierda! ¿se dice así también entre músicos?
    La memoria...lo únicamente cierto y fundamental ¿no?te acompañará, sin duda.

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